Tras pasar 3 semanas en Dublín, capital de la verde Irlanda, he aprendido a valorar aquello a lo que estoy más acostumbrada, he reído, he llorado, he echado de menos y he necesitado escribir, pero las palabras no se dignaban a salir, se quedaban encerradas en el plano de las ideas, resistiendo la tentación de ser plasmadas en papel. He caminado por las calles donde Joyce hizo pasear a su Ulysses, las arpas me han susurrado a los oídos secretos de la ciudad, y la vieja Molly Malone ha intentado venderme sus mercancías cada vez que pasaba por la calle Graffton. Esta ciudad ha cautivado mi alma, y yo he capturado su espíritu...pero volví a casa. Aunque como Heráclito, nadie se baña dos veces en el mismo río, y aunque siga siendo igual, sé que no volveré a ser la misma. Algo de mí habrá cambiado, pero tan sutil, tan ligeramente, que tan sólo yo lo notaré, tal vez.
ÍTACA, Kavafis
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.